jueves, 14 de abril de 2016

Mi manera de desahogarme.

Vivo sujetando una máscara, sosteniendo una armadura, siempre bajo mi coraza. Llevo esta armadura por muchas razones... La principal es que de esta manera evito que nadie pueda herirme de nuevo y así denegarle la posibilidad a cualquiera que quiera volver a hundirme y es por esto por lo que a día de hoy me va bien y puedo gritar a los cuatro vientos que, SI! Soy feliz, estoy centrado en lo que me gusta y disfruto haciéndolo y sobretodo sé que si mañana me marcho lo haré peleando por mis metas, luchando por lo que me gusta y sin haber perdido el tiempo.
 Pero lo cierto es que esta armadura que sostengo, como ya he dicho, evita que me vuelvan a herir y deniega a cualquiera la posibilidad de hundirme, pero como todo, tienes sus desventajas, esta armadura me da ese beneficio, pero poco a poco me va creando un nudo en el estómago y unas ganas de soltar todo lo que siento.

Hay algo en mí que revienta al verte, al hablarte, al saludarte y la explosión aumenta de calibre cuando oigo el móvil sonar con el tono que indica que un ángel a dejado un mensaje nuevo. Te recalco que me destrozas por dentro cuando te acercas a mi sonriendo y dejo volar la imaginación pensando en todo aquello que podríamos vivir tu... y yo... pero muero cuando aterrizo en la realidad y me doy cuenta que para vivir todo lo imaginado anteriormente debería quitarme la mascará y lamentablemente he sufrido demasiado sin esta mascara como para volver a aquello.


Es por ello que de vez en cuando viene bien sentarse frente al papel, levantar las compuertas, y dejar que el agua fluya, porque en cierta medida es la mejor forma de liberarte de ese nudo, de esa angustia en tu interior, de callar a esa voz que vive susurrándote al oído que debes intentarlo y que no siempre todo va a acabar igual.

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