Hoy vengo a contar la historia de un chico joven, que cada día se levantaba por la mañana, preparado para luchar por sus metas, el chico era una persona feliz, alegre, divertida, optimista, animada... por lo cual aborrecía situaciones que le amargaran o que le dañaran. Detestaba esos sentimientos de odio que podrían hacer que un día cualquiera, se convierta en un suplicio.
De esa manera entonces el chico encontró una "solución" a dicho problema, la cual iba centrada en un baúl en el cual a lo largo del día se iba deshaciendo de sus sentimientos más profundos, en el baúl dejaba sentimientos tales como el rencor o el odio, en principio parece que el baúl le hace bien al chaval pues elimina los pesares, los desconsuelos y las penas que podría llegar a tener a lo largo del día. Había encontrado la solución. Pensó el chico ingenuamente, Jajaja.
El problema viene cuando el chaval decide echar también otro tipo de sentimientos, comienza entonces a deshacerse de sentimientos como el amor.
El chico se enamoraba y en el lugar de expresarlo iba lo dejaba todo al baúl y sí le mostraban amor de igual manera lo echaba al baúl y poco a poco le iba haciendo daño, Poco a Poco le iba destruyendo...
Cada día el baúl se iba llenando más y conforme el baúl se llenaba el chico se iba dando cuenta del dolor que le producía aquella solución que él había ideado.
Conoció entonces una vía de escape una forma de comenzar a vaciar el baúl, esa vía era escribir. Cuando notaba que el baúl se llenaba tomaba un bloc de notas y como si estuviera tocando un piano iba escribiendo todo lo que sentía. Volcaba el baúl en ese papel y eso le hacía sentirse genial, cada vez que sentía ese dolor, tomaba el mejor remedio para paliarlo, un bolígrafo y un papel.